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lunes, 14 de marzo de 2016

Escándalo por “ñoquis” de Rached en el Senado

Durante toda la campaña política acusaron al oficialismo kirchnerista de haber hecho de los estamentos institucionales del país una oficina de empleo para militantes y partidarios. Lo denunciaron una y otra vez. En cada casa, en cada acto, en cada entrevista con los medios de comunicación.

Emilio Rached
Llegaron al poder. Y, desde el poder, insisten en que el “Estado no tiene que ser un aguantadero de la política”. Lo dijo el presidente Mauricio Macri en la inauguración de las sesiones del Congreso Nacional.

Se terminó el nepotismo en la República Argentina. Esa parece ser la consigna, muy a pesar de amigos, familiares y afectos de quienes tienen la potestad de aportar con sus acciones al enorme plato de “ñoquis” que durante décadas ha funcionado como un “colador” de fondos públicos para financiar la vagancia de algunos privilegiados; por el mero hecho de ser la mujer, el hijo, la hermana, el amigo o el compañero de copas del circunstancial funcionario.

Pero... ¿se terminó?

Por estas horas la ciudad de Pinto es un verdadero escándalo.

Pamela Verasay
El intendente Emilio Rached, alineado en el sector radical de Cambiemos, ha logrado “colocar” en el Senado de la Nación a su hija, Luciana Patricia Rached y a dos de sus “afectos”: Natalia Gabriela Neme y Alejandro Israel Parnás.




Luciana Patricia Rached


Natalia Gabriela Neme

¿A sueldo? Por supuesto. Mensualmente perciben —cada uno— entre 40 y 60 mil pesos.












Alejandro Israel Parnás
Todo un ejemplo el del radical Emilio Rached, uno de los principales dirigentes del macrismo en Santiago: pedirle a la senadora mendocina Pamela Verasay que se haga cargo de su hija, Neme y Parnás.

Las complicidades políticas pueden más que la bajada de línea de un presidente, el primero en muchos años de democracia que ha tomado la decisión de “limpiar” del Estado el hurto “a mano armada” de quienes cobran sin siquiera concurrir un día a sus lugares de trabajo.

Multiplicar los sueldos de los “protegidos” de Rached en el Senado de la Nación por el número hipotético de casos similares sería una tarea de aproximación al severo daño que le provoca al país la burla política del acomodo a costillas de los impuestos de ciudadanos que, en la mayoría de los casos, no llegan a percibir el diez por ciento del “fomento a la vagancia”.

La picaresca criolla parece seguir presente en el doble discurso del jefe comunal de Pinto.
¿En qué asesoran tres santiagueños a una legisladora mendocina? La burla suena a cachetada en el corazón de la sociedad. A no tener límites. A hipocresía “de la buena”. Más, cuando los ven pasear por las calles de nuestra provincia como si estuvieran orgullosos del poder del “papá, del amigo”. Consta en documentos a los que ha accedido el Multimedio que las cifras siderales de sueldos tirados a la basura son reales.

Por eso nos preguntamos... ¿se terminó? La vicepresidenta de la Nación, Gabriela Michetti, despidió a 1.400 empleados del Senado de la Nación. Al menos tres, bajo el amparo de Rached y Verasay lograron quedar. No está todo limpio. Llevará tiempo devolver impecabilidad a las instituciones. Todavía la militancia y los “recomendados” están al orden del día cobrando sueldos sin desempeñar funciones. O pretextando hacerlo, que es lo mismo: Concurro a mi trabajo pero para hacer nada.

Debería escuchar la dirigencia macrista la orden del presidente. No vaya a ser cuestión de que el paradigma pase por despedir a los protegidos de los que se fueron para hacer lugar a “nuestros protegidos”.

Mientras tanto, el cinturón de la sociedad se ajusta cada vez más. Los sueldos se estrechan al ritmo de la subida de precios de la canasta básica, los combustibles y los servicios elementales como el agua y la energía eléctrica.

“Salvar” el país es una misión de todos. De absolutamente todos. Los Rached, Neme y Parnás son pequeños ejemplos de que hay quienes no han comprendido el mensaje. O, lo que es peor, que no les importa comprenderlo.

¿Son los únicos? No. No lo son. Como lo decíamos al principio son muchos más. Más de los que usted, hijo de vecina, puede imaginar.

Porque hay una grieta entre el discurso y la realidad. Porque el nepotismo —que es la contratación de familiares o allegados en el Estado— no es patrimonio de ningún partido político ni lo compró el kirchnerismo. Es, en realidad, parte de la picaresca que provoca profunda satisfacción a los privilegiados aunque los que menos tienen sigan desocupados.

Esto recién comienza. Vamos a seguir investigando. ¿Se terminó? Claro que no. Pero la sociedad santiagueña va a conocer, como en el caso del intendente pinteño que ha generado un escándalo en la provincia, quiénes son los que —con parte de sus impuestos— no saben lo que es levantarse a las seis de la mañana para ganarse el pan de cada día. Los del 29. Los hijos y entenados de una forma de hacer política que debe ser desterrada de este país.

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